Ya estoy en el avión, volviendo a mi casa después de pasar 4 días con algunas de mis mejores amigas, el motivo del viaje fue celebrar el cumpleaños número 35 de una de ellas. Primera vez que viajo sola sin hijos y sin esposo. Lo que más he disfrutado es no tener que preocuparme de nada ni nadie más que de mi. Sin nadie que me apure, nadie a quien arrear, nadie que me desobedezca, todo a mi ritmo y sin estrés.
Que bien se siente no estar en ese constante estado de alerta con el que vivimos las mamás. Me he sentido joven de nuevo, y no es que normalmente me sienta vieja pero las responsabilidades que tenemos hacen que perdamos ese sentimiento de adrenalina y emoción que sentimos cuando somos más jóvenes ¿no creen? He vivido una aventura que esta vez ha sido solo mía y me encanta, considero que es sano, justo y necesario.
Viajé sola en el avión porque mis amigas son argentinas así que ellas viajaron desde Buenos Aires y yo desde Lima. Hace tiempo no hacía algo sola, yo trabajo desde mi casa así que ni si quiera tengo ese respiro de ir a una oficina, que admito que muchas veces envidio. No me vayan a mal interpretar soy súper feliz de poder criar a mis hijos y estar con ellos todo el día, pero la maternidad es a tiempo completo y los niños son súper demandantes, estos 4 días han sido un respiro bien merecido que estoy convencida que tengo que repetir.
He viajado con mi esposo, solos los dos, sin hijos y lo recomiendo 100% (pueden leer varios posts aquí). Pero la sensación de irme sabiendo que el se queda en la casa con los chicos es mejor aún, hace que me sienta menos culpable y más tranquila todavía. Por unos días le pasé la posta, le tocó ir al baño con público, cambiar pañales, levantarse en las noches y estar en ese constante estado de alerta con el cual yo vivo. Por más de que tenemos alguien que nos ayuda, la primera noche que hablé con el me dijo: “¡estoy agotado!” Genial pensé, que lo viva en carne propia así no le queda duda de cuánto me merezco este viaje. Cuando nosotras estamos ellos saben que lo tenemos todo bajo control y bajan la guardia, sin querer hacemos que nuestro trabajo parezca más fácil de lo que es.
Regreso recargada y feliz, completamente convencida de que esto es algo que tengo que repetir. Si tengo suerte me puedo dar una escapada corta con amigas una vez al año (es mi nueva meta). A veces cuesta organizarlo pero nada es imposible, y siempre alguna excusa podemos encontrar. Te lo mereces y te prometo que no vas a extrañar tanto como crees, viene bien soltar un poco las riendas de todo. Que rico haberme podido relajar, y por un rato dejar de sentirme alerta. Por unos días he dejado de hacer esas listas constantes en mi cabeza con todo lo que debo hacer, llevar y no olvidar. Regreso con muchas ganas de apachurrar a mis hijos y completamente recargada.
¡Anímense a viajar solas! No se olviden que si nosotras estamos felices todos en nuestras casas lo estarán. Una mamá feliz tendrá hijos y esposos felices, esa es la clave del éxito 😉 Así de importantes somos 😉 ¿si ó no?
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Lindo post! Mi esposo me lo viene diciendo hace mucho… pero no me atrevo… confieso que sufro de hijitis
jajaja animate vale la pena!