Uno de los mayores desafíos de tener más de un hijo es poder dividirnos para darles a todos por igual. Los celos y los reclamos se vuelven algo de todos los días y con lo que tenemos que aprender a lidiar. Yo utilizo la estrategia de “tengo un brazo para cada uno o cada uno en una pierna”, no muy contentos nos les queda otra que resignarse y aceptar. No me quiero ni imaginar la complejidad de la situación cuando tienes más de dos hijos. Que difícil es para ellos compartir a su mamá y qué difícil es para nosotras no poder dividirnos en mil pedazos para darles a todos por igual.
Los hijos son demandantes y exigentes, “mamá mírame!”, “mamá mamá ¿me compras esto?”, “mamá mamá ¿puedo…?”, “mama mamá quiero…” miles de pedidos al día que tenemos que manejar de manera balanceada porque no le podemos decir que sí a todo. Luego de eso vienen los berrinches que si nuestro primer hijo los empezó a hacer a los dos años, el segundo los hace desde los 8 meses porque aprende todo del mayor. Enseñar, explicar, inculcar, educar es algo que nos tenemos que dar el tiempo de hacer como madres con todos nuestros hijos.
No nos podemos dividir en mil pedazos, somos los que somos y damos lo mejor que podemos dar. Aunque sea difícil hay que asumirlo y no exigirnos demasiado eso solo nos va a desgastar emocionalmente. La paciencia y el buen humor son claves para poder manejar esos momentos difíciles de estrés, en donde literalmente cada uno te jala de un brazo exigiéndote atención y amor en ese preciso momento, porque cuando ellos dicen y quieren no saben esperar.
Es hermoso saber y sentir que somos la persona más importante del mundo para nuestros hijos, pero también es agotador, yo últimamente siento que no me doy a basto. Muchas veces dejamos de vivir nuestra vida y hacer nuestras cosas con tal de darles a ellos lo que necesitan. No nos podremos dividir en mil pedazos pero finalmente somos y hacemos por ellos TODO.
¿Si o no?
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