Desde que nos mudamos no tenemos televisor en el cuarto, y por más de que me muero de ganas de comprar uno pronto, una de las cosas que más me gustan son las conversaciones con la luz apagada que tenemos mi esposo y yo antes de dormir.
Siempre que apagamos la luz a uno se le escapa un suspiro o una risita y el otro pregunta: ¿de que te ríes?  La respuesta siempre es de Joaquin, que hoy hizo esto, y que lindo que es cuando hace esto… y ambos enamorados de nuestro hijo nos ponemos a recapitular todas las cosas que hizo en el día y a reírnos de sus ocurrencias. Ocupa unos 20 minutos de conversación y luego nos preguntamos ¿seremos los únicos embobados que hacemos esto? ¿Nos pasará lo mismo con el siguiente hijo?
Los sentimientos y el amor que nos genera nuestro hijo es algo que nos une y que además no tiene comparación con nada que hayamos sentido antes.  Somos un poco monotemáticos pero me consuelo pensando que no somos los únicos.  Creo que todos babeamos por nuestros hijos y que por más que a veces nos hagan perder la paciencia o pidamos un break a gritos, no nos cambiamos por nadie. ¿Están de acuerdo?]]>