Siempre escuché que el cambio de pasar de un hijo a dos es el más drástico, que con el tercer o cuarto hijo no sufres tanto el golpe de ese cambio en la familia. Hoy, habiéndolo vivido, estoy totalmente de acuerdo con eso, por más de que no tengo más de dos hijos creo que el mayor cambio se siente en ese pase de uno a dos. Realmente al principio te haces un mundo por todo, mucha culpa, poca paciencia, cansancio, y pensamientos traidores en esos días difíciles. Esos días que sólo piensas en que te has mentido y que no sabes cómo lo vas a lograr.

Después de casi un año siendo mamá de dos, por fin llegó ese momento de fraternidad entre hermanos que me derrite. Tal vez algunas tengan la suerte de haber vivido ese momento desde el primer día, pero en mi caso fue duro, muy duro. Hubieron muchos celos, Joaquin es muy sensible y los cambios inevitables que implica tener un nuevo bebé en la familia le afectaron. Me pasaba factura a mi y a su hermanita que no tenía la culpa de nada, pero que para él obviamente tenía la culpa de todo.

Pero de un momento a otro Joaquin cambió, es como si cumplir 3 lo convirtió en un niño grande y un increíble hermano mayor. Dejó de pegarle “de casualidad”, o darle besos con diente o empujarla “sin querer”. Hoy la cuida, la agarra de la mano, le quiere enseñar como hacer todo, se preocupa de que no se coma la plastilina, la invita a jugar y la quiere incluir en todos sus planes. Se muere de amor por ella, me dice: “que linda mi hermanita mami”. Lo más lindo es que es mutuo, ella le aplaude todo lo que hace, muere por su hermano, le celebra todo y adora mirarlo y seguirlo. Realmente me derrito cuando los veo y pienso: “¡Wow! esto es de las cosas más bellas que me ha pasado en la vida” ese compañerismo, amor y cariño entre ellos me llena de felicidad y satisfacción. No puedo estar más agradecida.

Obviamente los niños pasan por etapas y nada es para siempre. Sé que se van a pelear y que van a haber días difíciles (esto recién empieza). Días en que no se aguanten y cada uno quiera su espacio. Es parte de tener hermanos, pero después de casi un año llevo viviendo unas semanas de paz que realmente necesitaba y me provocó compartirlo. Necesitaba dejar de sentir que darle una hermanita a Joaquin era una tortura para él, y que no le podía dar a Olivia toda la atención que me gustaría por no querer lastimar a mi hijo mayor.

Para las que están pensando en tener otro bebé pero tienen miedo, quiero decirles que no es tan grave como nos la pintamos. Para las que están viviendo esos momentos difíciles en que el hermano/a mayor maltrata inconscientemente al menor les juro que algún día pasa, tengan paciencia. Una vez que pasa y llega ese momento de fraternidad entre tus hijos todo hace sentido y empiezas a vivir una armonía linda. Incluso te dan algunos momentos de tranquilidad porque entre ellos se entretienen.

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Escrito por kiki

    2 comentarios

  1. Juliana 3 diciembre 2015 at 16:27 Responder

    Kiki qué lindo! Yo solamente tengo un hijo por ahora, pero es verdad lo que dices, parece mágico pero a penas cumplen años es como si algo en ellos pasara y cambian su comportamiento por completo (o tal vez, es lo que llamamos madurar). Recuerdo exactamente que cuando mi hijo cumplió un año vi un cambio muy notorio en él, y ahora que está a puertas de cumplir los dos ya empiezo a ver que vuelve a cambiar. SIn duda la naturaleza es sabia y el tiempo de Dios perfecto. Un beso y gracias por todo lo que compartes con nosotras!

    • lamamadejoaco 14 diciembre 2015 at 15:09 Responder

      Que lindo comentario! Gracias a ti Juliana por leerme. un beso enorme!

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